martes, 30 de junio de 2009

Meditación del Árbol


Me relajo y retiro a una escena interna. Elijo un árbol aunque no sepa su nombre, sin perjuicio de que más adelante lo podré cambiar si lo deseo.Una vez que el árbol haya aparecido en mi mente, lo observo para que sus detalles y forma se graben en mi memoria y pueda recordarlo a voluntad.

Imagino que me voy acercando al árbol y lo abrazo, así siento la energía que lo llena.Me aparto de vez en cuando sin dejar de tocarlo para comprobar su fuerza y su solidez. Ahora giro sobre mí mismo y apoyo mi espalda sobre el tronco, de pie o sentado/a en el suelo, pero siempre en contacto con el árbol.

Siento la firmeza del tronco en mi espalda y conscientemente me apoyo contra el con todo el peso de mi cuerpo dejando que me sostenga.Me permito sentir la alegría y el descanso que significa que el árbol me sostenga completamente y me relajo. Si me apoyase en otro ser humano lo debilitaría y me debilitaría.

En cambio apoyándome en el árbol me siento mas fuerte. Ahora trato de sintonizarme con el árbol, identificándome lo mas que pueda con él, como si penetrara en su ser: Me siento el árbol. Comienzo a sentir como sus raíces se extienden sedientas hacia las profundidades de la tierra y extraen de ella, los nutrientes que el árbol necesita para florecer, desarrollarse alto y fuerte y dar sus frutos.

Siento como succiono de las profundidades de la Tierra todo aquello que necesito para nutrirme y sustentarme.Con cada inhalación extraigo alimento vital para mí y lo dejo fluir por todo el sistema. Con cada exhalación de mi aliento, echo cualquiera de mis temores, dudas ansiedades u otras emociones negativas que pudieran estar bloqueando lo beneficioso de esta energía.

Me concentro en la respiración y en la experiencia del bienestar y satisfacción que siento.Elijo algunos atributos que hubiera ansiado recibir de mi madre y que ella, siendo humana no siempre me pudo dar, por mucho que lo hubiera intentado, como: AMOR, COMPASION, TERNURA, SEGURIDAD. Bebo todo lo que necesito de esa fuente a través de mis raíces.

Inspiro: amor; Exhalo: miedos;
Inspiro: compasión; Exhalo: rencor;
Inspiro: seguridad; Exhalo: dudas

Cuando me siento satisfecho, llevo mi atención hacia lo alto, hacia las ramas y hojas del árbol extendidas hacia el cielo, para extraer de los rayos del sol, la energía y la luz del Padre Solar, los que me fortalecerán y ayudaran cada parte mía a sanarse.

Con cada inhalación, me lleno con la energía solar, y con cada exhalación me deshago de todo aquello que pueda obstaculizar este proceso, como temores, dudas o sentimiento de indignidad. A medida que respiro profundamente permito que entren en mi mente aquellos atributos paternales que de niño(a) eché de menos en mi propio padre: CORAJE, SABIDURÍA, COMPRENSIÓN, ACEPTACIÓN.

Me embebo en ellos hasta sentirme totalmente satisfecho y los dejo fluir hasta llenar todos los vacíos que hay dentro de mí.

Inspiro: sabiduría; Exhalo: dudas
Inspiro: aceptación; Exhalo: sentimiento de indignidad.
Inspiro: coraje; Exhalo: miedos.
Ahora coloco ambas palmas de las manos sobre el plexo solar (situado sobre la boca del estómago) y me mantengo suspendido entre el flujo de ambas energías: la que a través de las raíces extraigo de la Madre Tierra y la que capto por las ramas del Padre Sol, sintiéndome equilibrado, inhalando sus atributos y exhalando cualquier cosa que pueda bloquear esta fuente de nutrición.

Por ultimo regreso a situarme frente al árbol para agradecerle todo lo que me ha dado y prometiéndome regresar con regularidad junto a el para renovarme.

Este ejercicio puede practicarse por lo menos una vez al día y puede hacerse frente a un árbol real, lo cual sería mucho mejor, llevando a cabo el ejercicio apoyándose sobre su tronco, volviendo la vista a la tierra y al cielo a medida que se desarrolla.

Nota: En la foto de arriba que me tomaron en diciembre, estaba malísimo con problemas de la cervical, las hernias discales inflamadas. Tenía vértigos y mareos, me dolía el cuello, andaba de bastón y collarín. Aproveché esta invitación para almorzar en este club con motivo de Yule, y mientras dabamos un vistazo por los alrededores me beneficié de este gigantesco árbol, a quien abracé con amor y cariño, esperando un consuelo para mis males. Me hizo mucho bien.

Principe Therión

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