Un Duende en Casa
Hace tres meses, un día como hoy en la mañana, después que Hernando se fue para el trabajo quedé solo. Luego de mi aseo personal fui a la cocina a prepararme mi desayuno. Estaba friendo unas arepitas muy venezolanas, para comerlas con queso y jamón, junto con un Toddy. En eso pasa por el pasillo de entrada al apartamento un hombre joven, más bien diría un muchacho delgado, blanco, vestido con una franela blanca corriente como estirada y algún diseño, y un short bermuda de grandes pintas blancas y negras, zapatos deportivos de goma con trenzas. Vi su rostro de perfil, cabello castaño tirando a rubio, una nariz aquilina perfilada y angulosa (como de bruja), orejas terminadas en punta como lobo. Me miró sin concederme mucha atención. Yo me quedé paralizado con la boca abierta y el tenedor en el aire con la arepa frita recién sacada del calderito. Me llamó la atención lo velludo de sus piernas y antebrazos, un vello castaño dorado, liso y abundante. Pasó hacia la sala sin mucho apuro. Fue derecho hacia el balcón, contempló mis matas y las olió o respiró o vaheó sobre ellas, luego traspasó el balcón convirtiéndose en una neblina que se disipó instantáneamente afuera en el aire. No era una exhalación, por eso pude percibir tantos detalles. Me asustó su entrada, primero pensé en un ladrón (no sentí que abrieran la puerta de entrada), luego imaginé que fuera uno de mis nietos, pero Niyem Alejandro no es así, ni tiene ese short. Me preocupé porque pensé que estaba desvariando. ¿Quién me va a creer cuando lo cuente? Me tendré que quedar con esta impresión como un secreto. Estaba temblando, aunque como una reacción tardía. Fuí a la sala, revisé las habitaciones, el balcón y el baño, no vi a nadie, pero se me puso la carne de gallina. Me dió por pensar que era un duende aunque muy moderno y adaptado al medio actual, se confunde con un joven cualquiera vestido para la casa. Me hice el tranquilo y seguí friendo mis arepitas hasta que terminé y preparé el Toddy en la licuadora. Incluso pensé que este duende tenía una presencia agradable y me gustaba, sobre todo por lo blanco y velludito, quizás también porque asumió una forma parecida a la de mi nieto mayor, al que de paso le bromeo porque parece una mezcla de hobbit con elfo (incluso tiene los pies velludos como Frodo). Luego fui al comedor con mi desayuno y pensé, bueno si tengo un duende en casa, lo mejor que puedo hacer es darle la bienvenida e invitarlo a compartir mi desayuno. Así que le preparé en la mesa, en el puesto frente a mí, un plato y un vaso, con su arepa, mantequilla, queso amarillo, jamón y Toddy, (lo mismo que iba a desayunar) y le hablé saludándolo e invitándolo a desayunar. Puse mis pastillas en el gabinete de la cocina, y mientras buscaba el agua, desaparecieron las de vitamina E. Bueno, ya comenzó pensé, ... el muy curioso... saqué otras del frasco. Cuando terminé de desayunar llevé el plato del duende a la cocina y lo dejé allí, le hablé y le dije que así puede comer en privado lo que quiera y cuando lo desee, si lo desea, porque la sala la tengo siempre ocupada trabajando con la computadora. Así que no estoy seguro, pero si no fue de pasada, creo que tengo un duende en mi apartamento. Veía las matas que tengo en el balcón, que están bien bonitas y cargadas de follaje: albahaca, menta, orégano, sábila con muchos tréboles enormes, helechos y otras matas que no recuerdo sus nombres. Colgados sobre las matas tenía dos figuras de duendes o hadas: masculino y femenino. La casa la tenía todavía decorada de Halloween, con brujas, flores y calabazas decorativas, y otras figuras. Puede ser que hubiera creado algo del ambiente apropiado. Ya luego más tranquilo pude decir que estaba encantado. Cuando llegó mi nieto en la tardecita de la universidad le eché el cuento, y le dije: en la cocina está lo que le serví al duende si lo quieres para que no se pierda. Supongo que los duendes no comen eso. Lo calentó en el microondas y se lo comió, también se bebió el Toddy. En fin ya veremos si vuelvo a ver a este duende.
Ciertamente que lo he vuelto a ver curioseando uno de los closets. Es como una ráfaga de viento fresco dentro de la casa, que a veces levanta un papel o una bolsa. Se esfuma en un santiamén. Lo vi de perfil cuando descubrió el espejo de pared a pared del comedor pareció quedar deslumbrado por un momento. Los primeros ofrecimientos de comida los rechazó todos, pero hoy en la mañana encontré que de las tres galletas había desaparecido una, y la leche había sido probada. Una pirita pequeña desapareció de la mesa de la sala y en su lugar me dejó una piedrita redonda verdeazulada, Antes de amanecer me despertó el sonido de una melodía en flauta dulce, entreabrí los ojos y lo vi flotando a los pies de mi cama, desnudo y sentado con las piernas cruzadas tocando una flauta rústica. Me seguí haciendo el dormido con los ojos bien entrecerrados. Se cortó bruscamente creo que al momento que comenzó a ver la primera luz azulada del amanecer a través del vidrio de la ventana. Este duende, elfo o lo que sea, está instalado en mi casa, pero es bien evasivo.

Ha pasado el tiempo y ya estoy acostumbrado a la presencia de este duende, quizas porque asumió una imagen muy parecida a mi nieto mayor, de quien adjunto una foto en la playa para que se hagan una idea del personaje, pero se diferencia por las orejas puntiagudas de elfo y la nariz grande y perfilada. También es más velludo de pecho, espalda, piernas y brazos, incluso los pies, con un vello castaño dorado. No me sorprende verlo pasar en las mañanas como una exhalación a bendecir con su aliento y su presencia a las matas de mi balcón, y luego desvanecerse fuera. Desvanecerse cuando lo sorprendo es una práctica muy habitual en él, diría que es automática y de la que no tiene control. Tampoco me sorprendo cuando lo encuentro registrando los gaveteros de los closets y el chiffonier. Se da un banquete con la gaveta donde guardo mis chécheres mágicos. Le encanta jugar a cambiar de posiciones las piezas de mi altar y colocarme cosas como objetos brillantes, dados, piedras de colores, plumas, etc. traídas de sus andanzas. En las madrugadas justo antes de amanecer me despierta con su música mientras flota sentado y desnudo en posición de loto en la penumbra de mi habitación. Hay veces que se deja caer suavemente en la cama mientras duerme, ligero como una pluma, se recuesta a mi lado, teniendo el cuidado de no rozarme ni ser tocado. Una especie de alergia creo yo, al roce con los humanos. A veces lo veo en el techo de los cercanos edificios lanzándose al vuelo persiguiendo a las bandadas de pájaritos, o las bandadas de loros o guacamayos chillando, o acercarse flotando al amplio ventanal de mi cocina mientras estoy preparando un cafecito mañanero (vivo en un piso 17). Definitivamente es un duende nocturno, de las madrugadas y amaneceres, durante el día se refugia en mi casa, creo que se ha habilitado un rincón en uno de mis closets, donde se hace invisible para dormir. Creo que este duende me adoptó, a mi, a mi familia, y a mi casa, y se quedará por siempre. Ya aquí todos lo están descubriendo y se están acostumbrando a su presencia.
Por lo que he leído, sus verdaderas formas son energéticas, una especie de resplandor muy variable en colores e intensidad, dependiendo de la personalidad del duende o hada. A veces son como un resplandor neblinoso. Al pasar a nuestro plano, dependiendo de la capacidad de cada uno, asumen temporalmente las formas como uno los aprecia. Si tenemos suerte, pueden asumir formas hermosas y agradables, aunque mayormente asumen formas como para asustar, recordemos a los duendes burlones y mal intencionados. Una vez le pregunté a Hernando como consideraba él que eran estos duendes, elfos, hadas o elementales, y me dijo que desde niño los ha percibido de noche como una sombra refugiada entre árboles o cuevas, en la que destacan puntos luminosos o estrellitas envueltas en un manto de oscuridad. Yo por el contrario he creído identificarlos al entornar los ojos dentro de los reflejos de los rayos del sol y de la luna, o dentro de los reflejos en las ondas del agua, o dentro de la llama de ciertos fuegos. Una de las maneras como he logrado percibir estos seres es con la mirada hacia el infinito y sin pestañear. Por supuesto que son visualizaciones muy cortas difíciles de mantener.
Febrero de 2010